jueves, 5 de abril de 2007

Llueve.



En jamaica, mil duendes flotaban en el aire, al tiempo que las nubes coronaban el cielo del triangulo de las bermudas.Mucho más lejos empezaba una tormenta en un mar de pompas, sin saber que las cosas tienen vida propia,incluyendo aquellos sahumerios de lana que aunque se negaban,ascendian al paraiso y se precipitaban en forma de chubasco.

El aroma a lana mojada y humo apagado me trajo de regreso de esa abstracción.
Siempre, el principio de la lluvia, parece ser el final de algo que se pierde en el laberinto del tiempo.

Como en un espejo, su reflejo, es mi otra realidad.